viernes, 4 de mayo de 2012

5. LA GESTIÓN DE LOS RESIDUOS

La generación de residuos forma parte de la vida. Todo cuanto consumen los animales es sometido a un proceso de disgestión y metabolización cuyo resultado es la producción de residuos. 
El problema con el que nos encontramos es el volumen enorme de residuos sólidos urbanos (RSU) que generamos. Según datos del Ministerio Medio Ambiente, en 1995 se generaron en España 15 millones de toneladas de RSU; en 2006 esta cantidad se había elevado 22 millones. Solo una mínima parte de este incremento se explica por factores demográficos; el resto se debe a tres causas:
- Los nuevos materiales.
- El exceso de embalaje. 
- El aumento del consumo.
Aun cuando el 100% de esta basura fuera orgánica y por tanto biodegradable, la naturaleza sería incapaz de absorber por sí misma semejante cantidad de residuos. 
El sistema tradicional de tratamiento de RSU se basaba en la recogida de la basura y su traslado a un vertedero. Los problemas sanitarios asociados a este tipo de vertederos son graves: como consecuencia de la acción de las bacterias y de las altas temperaturas, la basura se descompone, produciendo lixiviados que se filtran por el subsuelo alcanzando los acuíferos, y gases como el metano. 
Los gobiernos municipales ha incluido entre sus prioridades su sustitución por vertederos controlados. En estos vertederos la basura se va depositando en capas y se cubre con un manto de tierra para evitar la acción de las ratas y la proliferación de malos olores. Las incineración puede ser una opción aceptable siempre que las plantas incineradoras extremen las precauciones para evitar la difusión de los productos tóxicos resultantes de la combustión. 
El primer paso de reciclar lo han dado los ayuntamientos de nuestras ciudades, que han puesto a nuestra disposición puntos limpios y servicios de recogida a domicilio para los residuos tecnológicos, además de un número creciente de contenedores selectivos. Son cada vez más los ayuntamientos que han instalado contenedores para las pilas descargadas y para aceite de freír usado, que puede emplearse para la elaboración de jabones y para la fabricación de biocombustibles.


5.1. El compostaje de los residuos orgánicos
El componente orgánico puede ser compostado. El compostaje era una práctica muy común en el mundo rural antes de que llegaran los modernos fertilizantes. Consiste en la descomposición de la materia orgánica en presencia de oxígeno y en condiciones de humedad y temperatura controladas. El compost es una excelente abono natural muy apreciado por los agricultores. 
El problema es que es imposible garantizar que los residuos orgánicos estén totalmente libres de metales pesados y otras sustancias tóxicas. Es muy fácil que en el proceso de separación se cuelen las pequeñas pilas de botón, que son tremendamente contaminantes. Por ello, es fudamental no arrojar ningún tipo de pila o batería descargada a la basura. 
Las modernas plantas de compostaje cuentan con avanzados medios para medir la concentración de metales pesados en los residuos que reciben. Si esta supera los niveles permitidos, los residuos son desechados. 


5.2. El reciclaje del vidrio
Las materias primas con las que se fabrica el vidrio son muy abundantes, por lo que no existe riesgo de que se agoten. Es muy importante reciclarlo por:
- El vidrio es un material muy estable que tarda miles de años en descomponerse. 

- La fabricación de vidrio, a partir de materiales reciclados, requiere un consumo energético menor. 
El proceso se inicia con la recogida selectiva y el traslado a la planta de reciclaje. Se lavan los envases y se desechan etiquetas, tapones y todo cuanto esté mezclado con el vidrio, y se procede a una separación en función del color, ya que este es indicativo de una composición determinada: es muy importante para la calidad del producto final que no se mezclen vidrios de diferente color. Una vez realizada la separación, el vidrio es triturado hasta convertirse en un polvo fino denominado calcín. 


5.3. El reciclaje de papel y cartón 
El proceso de papel y cartón es tan sencillo como el del vidrio. Requiere una recogida selectiva, lavado, eliminación de impurezas y separación; tras esta fase, se muele el papel y se mezcla con agua para producir una pulpa que tras su prensado y secado se convierte en el papel reciclado. 
El reciclado del papel resulta bastante más problemático que el del vidrio. Ha sido imposible dar con un proceso de reciclado que produzca un papel de calidad semejante a la del papel fabricado con materias primas originales. 
Pero las ventajas superan enormemente a los inconvenientes: el reciclado de papel contamina menos, consume menos energía, requiere una cantidad menor de agua y previene la deforestación. 


5.4. El reciclaje de plásticos
La dificultad del reciclaje de los plásticos reside en la separación de los polímeros de los que están compuestos. 
Los polímeros termoplásticos son teóricamente fáciles de reciclar: basta someterlos a un proceso de triturado cuyo resultado final es la granza. Los polímeros termoestables son más problemáticos, ya que requieren un reciclaje a base de disolventes y otros agentes químicos.
En la práctica, separar los plásticos resulta costoso, lo que incide negativamente en sus posibilidades de reciclaje. Una solución que poco a poco se está abriendo paso en el mercado de productos reciclados es la madera plástica, cuyo principal componente es una mezcla de termoplásticos de cualquier tipo a la que se añaden pequeñas cantidades de madera y a veces algo de metal.
El mayor esfuerzo de investigación está actualmente orientado al reciclaje químico. La industria petroquímica está invirtiendo en el desarrollo de técnicas químicas de reciclado que permitirían recuperar materias primas, a partir de la descomposición de plásticos usados. 


5.5. El reciclaje de metales
La minería es una actividad que requiere una elevada inversión en materiales y mano de obra. Las vetas de mineral no suelen ser demasiado grandes, por lo que las minas tienen fecha de caducidad y continuamente hay que buscar nuevas vetas y abrir nuevas galerías. Otro inconveniente son los riesgos laborales que conlleva su extracción. 
La facilidad con la que se recuperan los metales sin cambio de calidad ha hecho que el negocio de la chatarra genere grandes beneficios.
Las aleaciones ferrosas son las más fáciles de reciclar. Los resultados saltan a la vista: más de la mitad del acero que nos rodea es reciclado.
Otros metales no cuentan con la ventaja del ferromagnetismo, pero su reciclado es igualmente rentable. Uno de los más atractivos es el cobre. Es de fácil recuperación, ya que no se encuentra mezclado con ningún otro material aparte del plástico aislante, y su precio es siempre alto. 
El plomo y el estaño son también metales muy fáciles de reciclar gracias a su bajo punto de fusión. Una vez derretidos se separan con facilidad del resto de impurezas.
El reciclaje del aluminio es más difícil y la calidad del aluminio reciclado depende de su procedencia. Las ventajas son evidentes: si bien el aluminio abunda en la corteza terrestre, su producción a partir del mineral de bauxita es bastante contaminante y exige un enorme consumo energético. El mercurio es un material altamente contaminante. 



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